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Si estás en plena renovación de tu cocina o simplemente quieres darle un aire más fresco y moderno, seguro que te has planteado esta pregunta:
¿Pongo sillas blancas? Como decoradora, te digo que las sillas de cocina blancas pueden ser una maravilla… o una pesadilla, todo depende de lo que estés buscando y de cómo las combines.
En este post te cuento las ventajas, inconvenientes y virtudes de elegir sillas blancas para tu cocina, con ideas y consejos para ayudarte a tomar la mejor decisión.
La silla blanca de la foto es la silla Nera.
Vamos a empezar por lo bueno, que no es poco. El blanco es un color mágico en decoración, sobre todo en espacios como la cocina, donde muchas veces no sobra el espacio ni la luz.
Hace que la estancia parezca más grande y aireada.
Refleja la luz y aporta sensación de limpieza (algo clave en una cocina).
Combina con absolutamente todo: madera, metal, colores fuertes, colores suaves, ¡todo le va bien!
Si tienes una cocina pequeña o con poca luz natural, unas sillas blancas pueden marcar la diferencia. Visualmente, ayudan a aligerar el conjunto y a crear un ambiente más fresco y ordenado.
Las sillas de la foto son el modelo Leku y la mesa de pie central Adan.
Aquí tienes varias opciones según tu estilo:
Sillas blancas de madera: perfectas para un look nórdico o rústico moderno.
Sillas blancas de plástico o polipropileno: ideales para cocinas más informales o modernas. Son ligeras, resistentes y fáciles de limpiar.
Sillas blancas tapizadas: aportan un toque más elegante, pero ojo con las manchas (de eso hablamos más abajo).
Con patas metálicas o negras: el contraste queda precioso y añade un punto actual e industrial.
las sillas blancas de la foto es el modelo Lottus
Fácil de combinar: con encimeras de madera, mármol, colores pastel o fuertes, el blanco siempre encaja.
Sensación de limpieza: aunque veremos que este punto tiene doble filo, lo cierto es que el blanco transmite higiene y orden.
Aportan luminosidad: incluso si tienes muebles oscuros o paredes grises, las sillas blancas hacen que todo respire mejor.
Atemporales: nunca pasan de moda. Son un acierto seguro si no quieres arriesgar demasiado.
Las sillas blancas de la foto son el modelo Sugar
Ahora bien, no todo es perfecto. Como toda elección decorativa, las sillas blancas también tienen sus "peros":
Se ensucian con facilidad: sobre todo si son de tapicería, es imprescindible que elijas un tapizado vinílico de calidad para que lo puedas limpiar de forma sencilla.
El blanco puede amarillear con el tiempo si no se cuida bien o si le da el sol directo constantemente. Evita sillas blancas de baja calidad.
Algunos modelos económicos pueden parecer “fríos” o “plasticosos” si no se eligen bien. Ojo con la calidad y el acabado.
La mesa de la foto corresponde al modelo Txindoki.
Mezcla materiales: combina sillas blancas con una mesa de madera natural para dar calidez.
Añade cojines lavables: no solo decoran, también protegen y dan confort.
Que sean de calidad, te durarán mucho tiempo, las mantendrás limpias de forma sencilla y serán una buena inversión a largo plazo.
Elige acabados satinados o mates, que son más elegantes y disimulan mejor el polvo y las huellas.
Sí, si sabes cómo usarlas y qué tipo necesitas.
Son bonitas, combinables, actuales y pueden levantar por completo la estética de tu cocina.
Eso sí, tienes que estar dispuesto/a elegir un modelo de calidad y con un buen diseño.
Evítalas en ambientes muy amplios o luminosos o si en tu espacio ya predomina el blanco para evitar decoraciones frías o apagadas, un toque de color siempre viene bien en cualquier decoración.
En resumen: si te gusta el blanco y quieres un look limpio, moderno y luminoso, las sillas blancas pueden ser la clave de tu cocina soñada.
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